El Agua bendita

El agua es una señal de pureza. Dios Mismo prescribió su uso para su pueblo como rito de purificación (cf. Nm. 19).

Los judíos se purificaban a sí mismos con agua antes de ingresar al templo. La iglesia Católica imitó esta práctica, colocando agua en pilas a las puertas de los templos para que los feligreses se pudieran lavar las manos y el rostro antes de la Misa.

Ya en el siglo cuarto, esta agua era bendecida y surgió la costumbre del uso del “Agua Bendita” para otras ocasiones.
En el siglo noveno, el Papa León IV prescribió que en las iglesias se bendijera cada sábado el agua para rociarla sobre la gente y que luego ésta la usara en sus hogares.

El poder del Agua Bendita se deriva de las oraciones de la Iglesia. La Iglesia es la Novia de Cristo y Él siempre oye las oraciones de Su Esposa.

Los padres deben rociar cada dormitorio con Agua Bendita antes de irse a dormir, ya que el demonio no puede habitar mucho tiempo en un lugar o cercar de personas rociadas con frecuencia con Agua Bendita.

Cada vez que rocío Agua Bendita, derramo consuelo a las almas del Purgatorio. Yo creo que les ayuda enormemente.
La Madre de Dios sabe del poder del Agua Bendita. Es por ello que ha estado apremiándonos a hacer uso de ella en Sus mensajes en Medjugorje. En 1982, Ella dijo a Mirjana, “Lleven consigo objetos benditos. Pónganlos en sus casas y vuelvan al uso de Agua Bendita”.

Para tener una idea del poder del Agua Bendita, debiéramos reflexionar en la fórmula de la oración de la iglesia, usada por el sacerdote al bendecir el Agua Bendita. La fórmula de dicha oración es un poco larga, pero yo en lo personal la prefiero a simplemente hacer la Señal de la Cruz sobre el agua. La Señal de la Cruz nos da agua bendita, pero la fórmula de la oración nos da Agua Santa.

BENDICIÓN DEL AGUA BENDITA   
Este rito puede hacerse en todas las misas dominicales, incluso en las celebraciones en las últimas horas de los sábados por la tarde.

La bendición y aspersión del agua se hace después del saludo inicial y ocupa el lugar y la función del acto penitencial del comienzo de la Misa.

El sacerdote invita al pueblo a la plegaria, con estas palabras u otras semejantes:
Invoquemos, queridos hermanos, a Dios Padre todopoderoso, para que bendiga esta agua, que va a ser derramada sobe nosotros en memoria de nuestro bautismo, y pidámosle que nos renueve interiormente, para que permanezcamos fieles al Espíritu que hemos recibido.

Después de una breve oración en silencio, prosigue con las manos juntas:
Dios todopoderoso y eterno, que por medio del agua, fuente de vida y medio de purificación, quisiste limpiarnos del pecado y darnos el don de la vida eterna, dígnate bendecir esta agua, para que sea signo de tu protección en ese día consagrado a ti, Señor.

Por medio de esta agua renueva también en nosotros la fuente viva de tu gracia, y líbranos de todo mal de alma y cuerpo, para que nos acerquemos a ti con el corazón limpio y recibamos dignamente tu salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

El Agua bendita, una fuente de alivio para las Pobres Almas
El agua bendita, usada con fe y confianza, siempre tiene un gran  efecto sobre el alma y el cuerpo y ofrece una ayuda maravillosa a las almas del Purgatorio. El sacerdote bendice el agua en nombre y como representante de la Iglesia, cuya oración nuestro Divino Salvador oye siempre inmediatamente, no importa por quien ore.
Por consiguiente, cuando tomamos agua bendita y la rociamos sobre nosotros mismos y otros presentes, la oración de la Iglesia pronunciada por el sacerdote al bendecir el agua asciende de nuevo al cielo atrayendo la gracia y las bendiciones para el cuerpo y el alma que la iglesia imploró en esa bendición. Por ejemplo: Una aspersión de ella destruye el poder de los espíritus malignos. De allí el dicho: “Tal persona tiene temor de esto o aquello, como el diablo del agua bendita”.

 ¿Pero cómo se explica esta eficacia del agua bendita? La explicación se halla en lo que acabamos de decir: La oración de la iglesia unida, como quien dice al Corazón Divino, poniendo bajo su protección los cuerpos y las almas de aquellos por quienes la Santa iglesia ha orado en la bendición de la misma.  Sucede lo mismo cuando uno use el agua bendita por las pobres Ánimas del Purgatorio. Cuánto alivio, pues, recibe un alma paciente por la aspersión de una sola gota de agua bendita hecha en su favor por un miembro de la Iglesia. Tal gotita puede tener, y más a menudo tiene, mucha más eficacia que una oración particular.

Porque la Iglesia no acepta nuestras oraciones particulares como suyas propias, además, son acaso tibias y dichas con distracciones; pero las oraciones de la Santa Iglesia son agradables al Señor en todo tiempo y en todo lugar, cuando quiera, donde quiera, y por quien quiera que se le ofrezcan, porque siempre suben a Él en el nombre de su esposa Purísima: La iglesia.

Por esto las pobres almas suspiran tan ardientemente por el agua bendita y si pudiéramos ver cuánta sed tienen de ella y el consuelo que les proporciona la Iglesia Militante a ellas, que constituyen la iglesia purgante, procuraríamos darle este alivio a lo menos todos los días por la mañana y por la noche.
Las pobres Animas no son ingratas. En el mismo instante que las rociamos con el agua bendita por la iglesia, ellas oran por nosotros con mayor fervor que lo que podría hacer el alma más santa de la tierra.

Sí; un cristiano jamás debe salir de su aposento por cualquier espacio de tiempo que sea, sin disponer de tres gotas de agua bendita: una para sí y todos sus allegados, para que el Señor los preserve de todo peligro de alma y cuerpo, la segunda para los moribundos, particularmente pecadores y agonizantes, al fin de que Dios les dé en su última hora, la gracia de la conversión, y finalmente la tercera, por las pobres Animas.
¡Oh! Cuántas bendiciones y favores, cuánto mérito y gracia para ustedes y los suyos, así como para otros muchos se ganarían en un solo año por esta pequeña costumbre, y qué número de intercesores para la vida, la muerte y el purgatorio se hubieran conseguido por este medio. 

El fundamento doctrinal de esta práctica es que el agua bendita es un sacramental y que la gracia interior de que es señal exterior se ha obtenido por la oración y bendición de su Esposa, la Iglesia. Ni se diga que esta es una práctica nueva. Desde los tiempos primitivos los cristianos rociaban el agua bendita sobre los cadáveres y los sepulcros de sus parientes difuntos, para el provecho de sus almas.
(CON LICENCIA ECLESIÁSTICA)